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Hiljot Teshuva 10

(א) אַל יֹאמַר אָדָם הֲרֵינִי עוֹשֶׂה מִצְוֹת הַתּוֹרָה וְעוֹסֵק בְּחָכְמָתָהּ כְּדֵי שֶׁאֲקַבֵּל כָּל הַבְּרָכוֹת הַכְּתוּבוֹת בָּהּ אוֹ כְּדֵי שֶׁאֶזְכֶּה לְחַיֵּי הָעוֹלָם הַבָּא, וְאֶפְרשׁ מִן הָעֲבֵרוֹת שֶׁהִזְהִירָה תּוֹרָה מֵהֶן כְּדֵי שֶׁאֶנָּצֵל מִן הַקְּלָלוֹת הַכְּתוּבוֹת בַּתּוֹרָה אוֹ כְּדֵי שֶׁלֹּא אֶכָּרֵת מֵחַיֵּי הָעוֹלָם הַבָּא. אֵין רָאוּי לַעֲבֹד אֶת יהוה עַל הַדֶּרֶךְ הַזֶּה, שֶׁהָעוֹבֵד עַל דֶּרֶךְ זֶה הוּא עוֹבֵד מִיִּרְאָה וְאֵינָהּ מַעֲלַת הַנְּבִיאִים וְלֹא מַעֲלַת הַחֲכָמִים. וְאֵין עוֹבְדִים יהוה עַל דֶּרֶךְ זֶה אֶלָּא עַמֵּי הָאָרֶץ וְהַנָּשִׁים וְהַקְּטַנִּים שֶׁמְּחַנְּכִין אוֹתָן לַעֲבֹד מִיִּרְאָה עַד שֶׁתִּרְבֶּה דַּעְתָּן וְיַעַבְדוּ מֵאַהֲבָה:

(ב) הָעוֹבֵד מֵאַהֲבָה עוֹסֵק בַּתּוֹרָה וּבַמִּצְוֹת וְהוֹלֵךְ בִּנְתִיבוֹת הַחָכְמָה לֹא מִפְּנֵי דָּבָר בָּעוֹלָם וְלֹא מִפְּנֵי יִרְאַת הָרָעָה וְלֹא כְּדֵי לִירַשׁ הַטּוֹבָה אֶלָּא עוֹשֶׂה הָאֱמֶת מִפְּנֵי שֶׁהוּא אֱמֶת וְסוֹף הַטּוֹבָה לָבוֹא בִּגְלָלָהּ. וּמַעֲלָה זוֹ הִיא מַעֲלָה גְּדוֹלָה מְאֹד וְאֵין כָּל חָכָם זוֹכֶה לָהּ. וְהִיא מַעֲלַת אַבְרָהָם אָבִינוּ שֶׁקְּרָאוֹ הַקָּדוֹשׁ בָּרוּךְ הוּא אוֹהֲבוֹ לְפִי שֶׁלֹּא עָבַד אֶלָּא מֵאַהֲבָה. וְהִיא הַמַּעֲלָה שֶׁצִּוָּנוּ בָּהּ הַקָּדוֹשׁ בָּרוּךְ הוּא עַל יְדֵי משֶׁה שֶׁנֶּאֱמַר (דברים ו ה) "וְאָהַבְתָּ אֵת יהוה אֱלֹהֶיךָ". וּבִזְמַן שֶׁיֶּאֱהֹב אָדָם אֶת יהוה אַהֲבָה הָרְאוּיָה מִיָּד יַעֲשֶׂה כָּל הַמִּצְוֹת מֵאַהֲבָה:

(ג) וְכֵיצַד הִיא הָאַהֲבָה הָרְאוּיָה. הוּא שֶׁיֹּאהַב אֶת יהוה אַהֲבָה גְּדוֹלָה יְתֵרָה עַזָּה מְאֹד עַד שֶׁתְּהֵא נַפְשׁוֹ קְשׁוּרָה בְּאַהֲבַת יהוה וְנִמְצָא שׁוֹגֶה בָּהּ תָּמִיד כְּאִלּוּ חוֹלֶה חֳלִי הָאַהֲבָה שֶׁאֵין דַּעְתּוֹ פְּנוּיָה מֵאַהֲבַת אוֹתָהּ אִשָּׁה וְהוּא שׁוֹגֶה בָּהּ תָּמִיד בֵּין בְּשִׁבְתּוֹ בֵּין בְּקוּמוֹ בֵּין בְּשָׁעָה שֶׁהוּא אוֹכֵל וְשׁוֹתֶה. יֶתֶר מִזֶּה תִּהְיֶה אַהֲבַת יהוה בְּלֵב אוֹהֲבָיו שׁוֹגִים בָּהּ תָּמִיד כְּמוֹ שֶׁצִּוָּנוּ בְּכָל לְבָבְךָ וּבְכָל נַפְשְׁךָ. וְהוּא שֶׁשְּׁלֹמֹה אָמַר דֶּרֶךְ מָשָׁל (שיר השירים ב ה) "כִּי חוֹלַת אַהֲבָה אָנִי". וְכָל שִׁיר הַשִּׁירִים מָשָׁל הוּא לְעִנְיָן זֶה:

(ד) אָמְרוּ חֲכָמִים הָרִאשׁוֹנִים שֶׁמָּא תֹּאמַר הֲרֵינִי לָמֵד תּוֹרָה בִּשְׁבִיל שֶׁאֶהְיֶה עָשִׁיר בִּשְׁבִיל שֶׁאֶקְרָא רַבִּי בִּשְׁבִיל שֶׁאֲקַבֵּל שָׂכָר בָּעוֹלָם הַבָּא. תַּלְמוּד לוֹמַר (דברים יא יג) "לְאַהֲבָה אֶת יהוה". כָּל מַה שֶּׁאַתֶּם עוֹשִׂים לֹא תַּעֲשׂוּ אֶלָּא מֵאַהֲבָה. וְעוֹד אָמְרוּ חֲכָמִים בְּמִצְוֹתָיו חָפֵץ מְאֹד וְלֹא בִּשְׂכַר מִצְוֹתָיו. וְכֵן הָיוּ גְּדוֹלֵי הַחֲכָמִים מְצַוִּים לִנְבוֹנֵי תַּלְמִידֵיהֶם וּמַשְׂכִּילֵיהֶם בְּיִחוּד אַל תִּהְיוּ כַּעֲבָדִים הַמְשַׁמְּשִׁים אֶת הָרַב וְכוּ' אֶלָּא מִפְּנֵי שֶׁהוּא הָרַב רָאוּי לְשַׁמְּשׁוֹ כְּלוֹמַר עִבְדוּ מֵאַהֲבָה:

(ה) כָּל הָעוֹסֵק בַּתּוֹרָה כְּדֵי לְקַבֵּל שָׂכָר אוֹ כְּדֵי שֶׁלֹּא תַּגִּיעַ עָלָיו פֻּרְעָנוּת הֲרֵי זֶה עוֹסֵק שֶׁלֹּא לִשְׁמָהּ. וְכָל הָעוֹסֵק בָּהּ לֹא לְיִרְאָה וְלֹא לְקַבֵּל שָׂכָר אֶלָּא מִפְּנֵי אַהֲבַת אֲדוֹן כָּל הָאָרֶץ שֶׁצִּוָּה בָּהּ הֲרֵי זֶה עוֹסֵק בָּהּ לִשְׁמָהּ. וְאָמְרוּ חֲכָמִים לְעוֹלָם יַעֲסֹק אָדָם בַּתּוֹרָה וַאֲפִלּוּ שֶׁלֹּא לִשְׁמָהּ שֶׁמִּתּוֹךְ שֶׁלֹּא לִשְׁמָהּ בָּא לִשְׁמָהּ. לְפִיכָךְ כְּשֶׁמְּלַמְּדִין אֶת הַקְּטַנִּים וְאֶת הַנָּשִׁים וּכְלַל עַמֵּי הָאָרֶץ אֵין מְלַמְּדִין אוֹתָן אֶלָּא לַעֲבֹד מִיִּרְאָה וּכְדֵי לְקַבֵּל שָׂכָר, עַד שֶׁתִּרְבֶּה דַּעְתָּן וְיִתְחַכְּמוּ חָכְמָה יְתֵרָה מְגַלִּים לָהֶם רָז זֶה מְעַט מְעַט וּמַרְגִּילִין אוֹתָן לְעִנְיָן זֶה בְּנַחַת עַד שֶׁיַּשִּׂיגוּהוּ וְיֵדְעוּהוּ וְיַעַבְדוּהוּ מֵאַהֲבָה:

(ו) דָּבָר יָדוּעַ וּבָרוּר שֶׁאֵין אַהֲבַת הַקָּדוֹשׁ בָּרוּךְ הוּא נִקְשֶׁרֶת בְּלִבּוֹ שֶׁל אָדָם עַד שֶׁיִּשְׁגֶּה בָּהּ תָּמִיד כָּרָאוּי וְיַעֲזֹב כָּל מַה שֶּׁבָּעוֹלָם חוּץ מִמֶּנָּה. כְּמוֹ שֶׁצִּוָּה וְאָמַר בְּכָל לְבָבְךָ וּבְכָל נַפְשְׁךָ. אֵינוֹ אוֹהֵב הַקָּדוֹשׁ בָּרוּךְ הוּא אֶלָּא בְּדַעַת שֶׁיְּדָעֵהוּ. וְעַל פִּי הַדֵּעָה תִּהְיֶה הָאַהֲבָה אִם מְעַט מְעַט וְאִם הַרְבֵּה הַרְבֵּה. לְפִיכָךְ צָרִיךְ הָאָדָם לְיַחֵד עַצְמוֹ לְהָבִין וּלְהַשְׂכִּיל בְּחָכְמוֹת וּתְבוּנוֹת הַמּוֹדִיעִים לוֹ אֶת קוֹנוֹ כְּפִי כֹּחַ שֶׁיֵּשׁ בָּאָדָם לְהָבִין וּלְהַשִּׂיג כְּמוֹ שֶׁבֵּאַרְנוּ בְּהִלְכוֹת יְסוֹדֵי הַתּוֹרָה:

(ז) (נגמר ספר ראשון והוא ספר המדע.)

(1) Una persona no debe decir:

“Voy a cumplir las mitzvot de la Torá y a ocuparme de su sabiduría para recibir todas las bendiciones que contiene, o para merecer la vida del mundo venidero.

Del mismo modo: ‘Me apartaré de todos los pecados contra los cuales advirtió la Torá para salvarme de todas las maldiciones que contiene la Torá, o para que [mi alma] no sea separada de la vida del mundo venidero.’”

No es apropiado servir a Dios de esta manera. Una persona cuyo servicio está motivado por estos factores es considerada como alguien que sirve por temor. No está en el nivel de los profetas ni de los sabios.

Los únicos que sirven a Dios de esta manera son la gente común, las mujeres y los menores. A ellos se les entrena para servir a Dios por temor hasta que su conocimiento aumente y sirvan por amor.

(2) Quien sirve [a Dios] por amor se ocupa en la Torá y en las mitzvot y camina por las sendas de la sabiduría sin ningún motivo ulterior: no por miedo a que ocurra algún mal, ni para obtener algún beneficio. Más bien, hace lo que es verdadero porque es verdadero, y al final el bien llegará como consecuencia de ello.

Este es un nivel muy elevado, que no todo sabio merece. Es el nivel de nuestro patriarca Abraham, a quien Dios describió como “el que Me ama”, porque su servicio estaba motivado únicamente por el amor.

Dios nos ordenó [buscar] este nivel [de servicio], como transmitió Moshé, tal como está dicho (Devarim 6:5): “Amarás a Hashem, tu Dios”. Cuando una persona ame a Dios de la manera apropiada, cumplirá inmediatamente todas las mitzvot motivado por el amor.

(3) ¿Cuál es el [grado] correcto de amor? Que la persona ame a Dios con un amor muy grande y desbordante, hasta que su alma quede atada al amor de Dios. De tal forma que esté siempre obsesionada con este amor, como alguien enfermo de amor.

Los pensamientos de [un enamorado enfermo de amor] nunca se apartan del amor de aquella mujer. Está siempre obsesionado con ella: cuando se sienta, cuando se levanta, cuando come y cuando bebe. Con un amor aún mayor que ese debe estar [implantado] el amor por Dios en el corazón de quienes lo aman y están obsesionados con Él en todo momento, tal como se nos ha ordenado (Devarim 6:5): “[Amarás a Hashem…] con todo tu corazón y con toda tu alma”.

Este concepto fue insinuado por Shelomó (Shir HaShirim 2:5), cuando dijo en forma de metáfora: “Porque estoy enferma de amor”. De hecho, toda la obra del Cantar de los Cantares es una parábola que describe [este amor].

(4) Los Sabios de las generaciones anteriores declararon:

¿Acaso puede uno decir: “Estudiaré Torá para volverme rico, para que me llamen Rabino, o para recibir recompensa en el mundo venidero”? La Torá enseña (Devarim 11:13): “[Si escucháis cuidadosamente Mis mandamientos…] para amar a Hashem”; [lo que implica] que todo lo que hagas debe hacerse únicamente por amor.

También dijeron los Sabios: (Tehilim 112:1 instruye:) “Que en Sus mitzvot se deleita en gran manera”. [Es decir:] “En Sus mitzvot se deleita”, y no en la recompensa [que proviene de] Sus mitzvot.

De manera similar, los grandes Sabios solían instruir en privado a los alumnos más capaces y brillantes:

“No seáis como siervos que sirven a su amo [con la intención de recibir una recompensa]. Más bien, puesto que Él es el Amo, es apropiado servirle”; es decir, servir [le] por amor.

(5) Todo aquel que se ocupa de la Torá con el fin de recibir recompensa o para protegerse del castigo es considerado como alguien que no se ocupa por causa del Cielo.

En cambio, quien se ocupa de ella no por temor ni para recibir recompensa, sino por su amor al Señor de toda la tierra, que la ordenó, es alguien que se ocupa por causa del Cielo.

No obstante, nuestros Sabios declararon:

La persona debe ocuparse siempre de la Torá, incluso cuando no sea por causa del Cielo, porque de [un servicio que no es] por causa del Cielo se llega a un servicio por causa del Cielo.

Por lo tanto, cuando uno enseña a niños, mujeres y a la mayoría de la gente común, debe enseñarles a servir por temor y para recibir recompensa. A medida que su conocimiento crece y su sabiduría aumenta, este secreto debe serles revelado [lentamente], poco a poco. Deben ir acostumbrándose gradualmente a este concepto hasta que lo comprendan, lo conozcan y comiencen a servir [a Dios] por amor.

(6) Es algo bien conocido y claro que el amor de Dios no se afianza en el corazón de una persona hasta que ella no se obsesiona con Él en todo momento, como es apropiado, dejando de lado todas las cosas del mundo excepto esto. Esto está insinuado en el mandato (Devarim 6:5): “[Amarás a Hashem, tu Dios,] con todo tu corazón y con toda tu alma”.

Solo es posible amar a Dios como resultado del conocimiento con el que uno Lo conoce. La naturaleza del amor de una persona depende de la naturaleza de su conocimiento. Un [grado] pequeño de conocimiento despierta un amor menor. Un grado mayor de conocimiento despierta un amor mayor.

Por lo tanto, es necesario que la persona se aparte [y se dedique] a entender y concebir sabiduría y conceptos que hagan que su Creador le sea conocido, de acuerdo con la capacidad humana de comprender y entender, tal como explicamos en Hiljot Yesodei HaTorá.

(7) (El primer libro ha sido completado, y es el Libro del Conocimiento).

El capítulo diez viene a asegurarse de que no caigamos en una comprensión equivocada de los capítulos ocho y nueve, que trataron sobre la recompensa y la naturaleza del Olam HaBá.
El único propósito de los capítulos anteriores es que podamos reconocer que cuando hablamos del concepto de Servicio Divino, de logro y de la naturaleza de la teshuvá, estamos discutiendo algo que se experimenta existencialmente.
La pregunta en nuestra mente acerca de si merecemos o no el Olam HaBá es totalmente irrelevante. Uno necesita responder a su vida en el nivel del ser, no en el nivel de estar preocupado por alguna inquietud o carencia particular.
La Torá es algo por lo que debemos sentir pasión porque define la realidad, y simplemente queremos ser. No queremos obtener nada de ella —ni fama, ni dinero, ni Olam HaBá—; de lo contrario, la vida queda reducida a un nivel de prostitución en el que Dios tendría que pagarnos con “partes” del Olam HaBá para lograr que hagamos lo que Él quiere en el Olam HaZé.
Cuanto más refinada es la motivación, más “de alta clase” sería la prostitución; mientras que quien está enfocado y reconoce la realidad es un ser humano.
El amor más profundo que puede existir es el amor por el propio ser. Todas las estrategias para lograr que Dios nos ame son herramientas infantiles. Esta es la fuerza más apasionada que puede haber. El propio universo es una expresión del deseo de ser.
El universo increíble en el que vivimos continuamente produce formas cada vez más complejas de lo que significa ser, y no existe el estancamiento: o uno se identifica plenamente con el universo o es un idiota.
Esto es lo que significa ser Abraham: continuar siendo él y conocer realmente la Torá.
El único contacto que tenemos con la realidad es el contacto con la pasión. Si algo más te importa, estás loco. Uno debe enfocarse en la pasión, en un deseo desesperado simplemente de ser, porque eso es lo que uno verdaderamente es. En la medida en que otras cosas insensatas formen parte de nuestra agenda, en esa misma medida nunca podremos hacer teshuvá, porque ¿hacia dónde se supone que uno regrese?
Quien es mezquino, limitado, egoísta o feo nunca podrá ver más allá de eso, y por lo tanto nunca podrá hacer teshuvá.
Todas las cosas que logramos y conocemos son simplemente elementos del conocimiento de Dios, y por lo tanto expresiones de amor.
Al comienzo de Sefer HaMadá te dije que el camino para conocer el amor a Dios es estudiar la naturaleza y comprender cómo funciona este mundo. Uno necesita estar consciente de lo que ocurre a nuestro alrededor.
¿Creímos que esto era un truco que despertaría algo más?
La verdad es que el conocimiento y la conciencia que posees son el amor; no son el camino hacia el amor. El amor depende inmensamente de nuestra conciencia.
El amor es la amplitud de conciencia que tenemos.
En la medida en que haya algo acerca de la naturaleza que la persona junto a ti conoce y tú no, por definición él ama más a Dios que tú.
Un estado existencial no es ser simple y escaparse: es estar consciente de la complejidad del mundo. Cuanto más profundo es tu amor, más poderosa es la necesidad de actuar; más inmediato es el momento; más exigente es tu capacidad de respuesta al momento.
Nuestra necesidad de ser es nuestra necesidad más profunda de alejarnos de todo aquello que nos saque del estado de ser y nos lleve al estado de ir hacia algo.
El espacio de la teshuvá es estar en un espacio de amor.
Ser capaz de volver requiere una conciencia y un conocimiento profundos de lo que eres y quién eres. Y la expresión más profunda de quién eres es que eres todo.
En la medida en que una persona está conectada con Dios, está conectada con el mundo.
No permitirás que nada se interponga en esto, y siempre estarás en un estado de amor apasionado.
Y del mismo modo que existen estados emocionales de amor que parecen ir más allá de la emoción (a veces están, a veces desaparecen), a veces encontramos personas tan enfermas de amor que no pueden hacer nada sin pensar en la otra persona.
El poder del amor simple es impresionante —¿podés imaginar cuán más poderoso es el amor del ser?
¿Podés imaginar cuán risible es permitir que otras preocupaciones afecten esto?
A medida que la persona convierte esto en su propósito —descubrirse a sí misma y descubrir a Dios dentro de nosotros—, hace teshuvá.
En la medida en que nos motivan otras cosas, estamos simplemente actuando como un animal emocional o filosófico.
Nunca hay que justificarlo. Puede ser que seamos “prostitutas de baja categoría”, pero nunca debemos justificarlo.
Al menos debemos soñar con alcanzar un nivel más alto.
Por eso dice: “no digas que esto es lo que eres”; puede que lamentablemente sea donde estás, pero no es donde siempre estarás.
Uno debe perseguir con pasión sus estudios de ciencia y ampliar su conocimiento de la naturaleza, y nunca puede decir “¿a quién le importa la matemática o la biología?” —eso es una locura, porque significa que uno no se preocupa por sí mismo.
Por lo tanto, el próximo libro es el Libro del Amor.